Muchos escépticos pretenden sostener que la resurrección de Jesús se ha de demostrar, pero entonces ¿de qué nos serviría la fe? Algo que se demuestre no necesita de la fe. Pablo les dice a los corintios “Y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe”. ( 1 Corintios 15:14). Pablo mostró la importancia de la resurrección de Jesucristo, fue su tema poderoso de predicación, pues Jesús regresó de entre los muertos, es el primero en resucitar. Es el único que ha resucitado con un cuerpo eterno y glorioso.
La biblia dice que más de quinientas personas vieron a Cristo resucitado. Esto implica que, cuando se escribieron estos relatos, la mayoría de los individuos que presenciaron la resurrección, aún estarían vivos y podían testificar la veracidad o falsedad de los hechos. Con todo, no se sabe de ningún testigo que intentara desmentir la predicación acerca de la resurrección de Jesús.
La resurrección significa la victoria de Jesús sobre el pecado y la redención para el pecador. El pecado entró al mundo por la desobediencia de Adán y las consecuencias de dicho pecado, tales como la maldición, enfermedades y la muerte, han sido por siglos nuestra herencia y de lo cual Cristo nos redimió.
Ahora nos corresponde vivir y caminar en el poder de la resurrección, esto es estar listo para morir a la carne, a la autosuficiencia, a la vida egoísta, crucificando el “yo”. Es llevar una vida en santidad, en obediencia a sus mandamientos y dejando el pecado atrás. Él dijo sed santos porque yo soy santo.
“Cristo vive”, es una de las declaraciones básicas de nuestra fe. Pero Él quiere vivir en el corazón de nosotros, por tanto, celebra que Cristo salió vivo de la tumba, y dale la bienvenida a tu corazón.
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