“El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre”.
(Proverbios 19:2)
Creo que este versículo puede usarse para reflexionar sobre la importancia de que las generaciones se unan para que los propósitos de Dios se cumplan. La joven
generación que Dios está levantando está llena de pasión exaltada por Él y de celo por hacer conocer su gloria. La generación anterior a esta está llena de conocimiento
y de sabiduría por sus incontables experiencias con Dios, que los jóvenes, aún, no tienen. Debe haber una unión de las generaciones para que el “afán” y el
“conocimiento” trabajen juntos y se bendigan mutuamente. A fines de los años sesenta y principios de los años setenta, Dios inició un avivamiento llamado “el movimiento de Jesús”. Jóvenes apasionados realizaban milagros, y miles de personas eran sanadas. Pero el movimiento murió rápidamente y fue abortado antes de alcanzar su pleno potencial. Esto es porque los “padres” de la Iglesia se negaron a adoptar el movimiento debido a algunos excesos, y los hijos se sintieron malentendidos y no quisieron recibir ninguna corrección, que les hubiera sido muy beneficiosa.
Quisiera animar a todos los que lean esto a pedirle a Dios un padre o una madre espiritual. De la misma manera, todo adulto debería estar tratando de impartir su
vida a un hijo o una hija espiritual. ¡Aprendamos de los errores del pasado, veamos más allá de nuestras diferencias generacionales y corramos sin descanso tras el Dios de Abraham, Isaac y Jacob!
Oración intercesora
“Padre celestial, te pido que unas a los jóvenes y a los mayores en el próximo obrar del Espíritu Santo. Te ruego que exista una profunda unión y un profundo amor entre las generaciones. ¡Que todos corramos juntos para que tu voluntad sea hecha!”
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